Tie-Break. Galería Pagana, 2018

Todo está detenido aunque no hay quietud.
La pintura de Florencia Valente nos habla de un mundo que se contorsiona sobre sus propias contradicciones, y allí respira o se ahoga, buscando salidas en un espacio donde no las hay ya que esta es su esencia.

Como en el caso de la pequeña figura “Baconiana” (“Earpluggs”) que atrapada en un arco, intenta fugarse en dirección contraria a la que lo hace una de sus piernas, o en la mujer que posa frente al espectador (“Road Movie”) y a la vez le niega su identidad y le prohíbe entrar.

Y aunque todas estas circunstancias están expresadas en las formas, los ritmos y significados de la imagen, es en el color donde subyace una sensación abrumadora; como cuando se está en una habitación blanca estridentemente iluminada y el espacio que se manifiesta es tan vacío que acaba por devorarnos.

 Alejandra Roux